jueves, 22 de febrero de 2007

VAMOS SOBRE FOX.COM

Epigmenio Ibarra


Si Vicente Fox no quiso ni pudo, menos va a querer y menos va a poder Felipe Calderón. Si ni con el aval de haber ganado con tan amplio margen, ni con la fuerza histórica de haber sido el primer presidente electo por los ciudadanos y no por su antecesor, luego de un proceso limpio y democrático, Fox se atrevió a cumplir con el mandato de conducir al país a la democracia liberándose de los cómplices y amigos que le ayudaron en su campaña, ¿cómo va a librarse Calderón -con su pobrísimo 0.58% de ventaja y luego de un proceso tan cuestionado- de compromisos inconfesables con aquellos que le regalaron la victoria? ¿Cómo va a querer actuar con la ley en la mano, porque puede hacerlo, contra Vicente Fox, quien por algo más que su proverbial incontinencia verbal o su tozudez crónica, predica a los cuatro vientos que a él le debe Calderón –convertido en mero instrumento de desquite personal- su victoria?

Que Felipe Calderón lograra acortar la enorme ventaja que López Obrador le llevaba y terminara por superarlo en el proceso electoral no puede adjudicarse sólo a los enormes errores –que fueron muchos- de este último y de su equipo de colaboradores. Quien esto sostiene falta a la verdad y comulga y pretende hacer comulgar, a quien se lo dice, con enormes ruedas de molino. Calderón debe su victoria –por ese margen estrechísimo y que muchos consideran resultado de una adulteración de los sufragios- a la acción ilegal de Vicente Fox y del gobierno federal que desplegaron un aparato propagandístico nunca antes visto y cuyo impacto (no son mitos, mi querido Ciro) no puede desdeñarse en absoluto. Calderón se impuso en la contienda presidencial gracias a la intromisión –también ilegal y hasta ahora impune- de la cúpula empresarial y al apoyo de dignatarios de la iglesia católica. Por eso, aunque le moleste, afecte su imagen, acote su margen de maniobra ya de por sí escaso, y debilite a su administración, Felipe Calderón no puede actuar como lo hizo Lázaro Cárdenas en su tiempo contra Plutarco Elías Calles y sus pretensiones de mandar sobre el presidente en turno. No puede callar a Vicente Fox ni puede, mucho menos, perseguirlo; quizás no haya sido su candidato pero está sentado en la silla gracias a él y Fox, en el colmo del cinismo, no cesa de recordárselo.

La impunidad – esa certeza que hace a Fox sentirse tan libre y deslenguado- es, hasta ahora, la garantía de continuidad del sistema político mexicano. Así y por eso funcionó el régimen en los tiempos del PRI; así funciona –a contrapelo de los ideales de sus fundadores- en los tiempos del PAN. Fox sacó al PRI de Los Pinos pero hizo suyas, además de la política económica, las peores prácticas del sistema. La transición a la democracia; la transformación del país no habrá de producirse en tanto quienes delinquen –sobre todo quienes lo hacen desde el poder- no sean llevados ante la justicia y se rompa este ciclo sexenal pernicioso de un hombre y su corte que endiosados por el manejo absoluto del poder se corrompen y corrompen, por el sólo hecho de designarlo de la manera en que lo hacen, al que habrá de ser su sucesor.

Los mecanismos de trasmisión del poder descansan en nuestro país en un sistema de complicidades y culpas compartidas. Uno a otro los presidentes priistas se ataban las manos sucias y compraban para sí y los suyos un futuro seguro. Cómplice el uno del otro terminaron rigiéndose por leyes del silencio propias de la mafia. Así heredó el poder Fox a Calderón; con candados, intereses ajenos al servicio público y profundas limitaciones nacidas de la sumisión y la complicidad. De nada le sirve pues a Calderón vestirse de verde olivo; presentarse como un adalid de la ley y el orden; está manchado de origen, el suyo es un pecado original que no puede borrarse.

Y como el no lo va a hacer, como no va a poner a Fox en su lugar. Como tampoco las instituciones de procuración de justicia, ni la corte, ni la autoridad electoral que reconoció la intromisión presidencial sin hacer nada al respecto, actuarán contra Fox para cobrarle la deuda que tiene con el país la tarea nos corresponde a nosotros; los ciudadanos. Vamos sobre Fox; porque ir sobre él, romper la burbuja de impunidad que lo protege, no es sólo hacerse eco de la pelea de camarillas –que se esta librando y la súbita recuperación de la memoria de Moreira es un ejemplo- sino algo mucho más grave, más urgente. Asumamos un compromiso con la democracia, discutamos el asunto; nos vemos si usted quiere, aquí, en este blog.