Ha vuelto la calma o eso creen quienes esperaban continuidad inmediata en los sabotajes u otras acciones guerrilleras. Falta mucho – si es que acaso por la cerrazón y tozudez del régimen ese tiempo llega- para que eso suceda. Además así es la guerra; más movimiento que tiroteos, más silencio que estallidos. El Ché Guevara decía que el combate es el “momento estelar de la guerra” y que por tanto debe producirse sólo de cuando en cuando; justo en el momento en que su aparición en el escenario político-militar garantice un impacto espectacular y sus efectos resulten más perniciosos y profundos.
El escándalo del ciudadano chino-mexicano Ye Gon, capo mediático y a buen recaudo en los EEUU, ese de los 255millones de dólares guardados en casa y las relaciones al más alto nivel con el régimen de Vicente Fox, que entre otras muchas facilidades le concedió –en una ceremonia con la presencia del mismo Presidente de la República- la ciudadanía Express, ha desplazado de las primeras planas de los diarios la operación guerrillera en el Bajío.
Tras el contundente impacto mediático; el mayor logrado por una organización armada después del que conmoviera al país en los primeros tiempos de la insurrección zapatista, ha llegado ya la hora de los hornos, la hora de los cuerpos de seguridad; de la AFI, de inteligencia militar. La hora de la búsqueda; de las capturas; de la presión sobre los detenidos; unos habrá que estén realmente vinculados a la organización que dio el golpe, otros caerán por el solo delito de mantener una oposición política al régimen.
La contrainsurgencia peina las zonas operacionales, en el Bajío y allá en los refugios del EPR, sin demasiados escrúpulos. Si se trata de “sacarle el agua al pez” no se pueden realizar investigaciones y capturas con criterios quirúrgicos. Dudo además, que si ya antes se les metieron entre las barbas, tengan los cuerpos de seguridad información actualizada que les permita actuar con precisión. Qué va; no será la suya la tarea del francotirador que selecciona con exactitud un objetivo. A escopetazos y sobre la masa es que habrán de disparar.
Volverán, con toda seguridad, quienes se encarguen de esa tarea a los viejos vicios del pasado. La contrainsurgencia no sabe de respeto a los derechos humanos, no se acomoda a los “nuevos tiempos democráticos”. La contrainsurgencia desaparece, presiona, tortura de manera metódica y sistemática. Así opera. La ley no le da margen suficiente para conseguir la información que necesita con la urgencia conque la necesita. Al contrario. Picanas y otros instrumentos de tortura habrán de utilizarse para vengar la afrenta sufrida por el gobierno de Felipe Calderón.
Es la hora pues de la venganza. Venganza de aparatos de inteligencia que no tuvieron, valga la redundancia, inteligencia alguna para detectar los movimientos guerrilleros en la retaguardia profunda del régimen y que luego, sumidos en el estupor, se quedaron con los brazos cruzados sólo para que seis días después, en Querétaro, es decir en su propia cara, les reventara otra acción de sabotaje.
Venganza – que no justicia- de cuerpos de seguridad que no logran entender que el cambio operacional en el EPR obedece, más que a una nueva dirigencia o a un cambio conceptual –que también lo hay- a un cambio radical del entorno político, a una transformación profunda del tejido social resultado del acelerado proceso de descomposición de los dos gobiernos panistas que hemos sufrido consecutivamente.
Fox, Calderón y los panistas –de la mano de la Iglesia y los barones del dinero- jugaron sucio en el último proceso electoral. De manera consistente y desvergonzada atentaron contra la precaria democracia mexicana demoliendo algunas de sus instituciones y principios básicos. Consiguieron mantenerse en la silla presidencial pero extendieron a la insurgencia, al traicionar a la democracia, una patente de legitimidad, de vigencia que unas elecciones limpias le hubieran cancelado. No sólo al EPR sino a cualquier otra expresión de lucha armada en nuestro país. A sus muchas trapacerías y delitos Vicente Fox suma hoy uno más; gracias a él la paz está en riesgo porque hay algunos en este país, pocos pero decididos, que sienten, que creen que tienen razones suficientes para alzarse en armas. Hay una incontrovertible verdad histórica: si en las urnas no se juega limpio aparecen entonces los fusiles, los explosivos, los sabotajes. Baste recordar que, hace casi un siglo, millones de mexicanos se rebelaron levantando una consigna: “Sufragio efectivo, no reelección”.
jueves, 19 de julio de 2007
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