viernes, 17 de agosto de 2007

LA REFUNDACIÓN DEL PRD

Escribo sin información alguna de lo que sucede en el X Congreso del PRD. Lo hago también sin conocimiento de las intrigas palaciegas entre las tribus o del debate ideológico y político real que pueda producirse en ese foro. Me acerco así, desde fuera, sin credencial ni conexión alguna, como cualquier ciudadano, a un partido que hoy, se supone, dilucida sobre su futuro y por el que llevo años votando y en el que he depositado una buena parte de las esperanzas, que aun y pese a todo mantengo vivas, de que este México nuestro sea, por la vía de los votos y no de las botas y los fusiles, un país más libre, más justo, más democrático.

Escribo para, de alguna manera, pedirles, exigirles -porque por ellos he votado y a ese derecho de voz me atengo- a los dirigentes de ese partido, un radical ejercicio de autocrítica. Para emplazarlos, con toda la gravedad del caso, a que depongan sus intereses particulares, dejen de pensar en prebendas, cuotas y posiciones en la nómina y recuperen ese impulso revolucionario –aunque a muchos espante la palabra- esa integridad, esa emoción, esa creatividad, esa audacia que hizo en sus inicios del PRD un ariete de la transformación democrática del país.

Escribo también desde la herida aun abierta del pasado 2 de julio del 2006 cuando el poder del dinero cerró el camino a la verdadera alternancia democrática. Escribo, más allá del radicalismo o el resentimiento, desde el legítimo derecho a sentirse, a sentirme parte ofendida en un proceso donde los que hoy se dicen vencedores –esos tan ansiosos de conseguir a fuerza de fotografías o falsos debates parlamentarios una legitimidad que no tienen de origen- jugaron sucio y traicionaron a la voluntad popular. Escribo pues porque no puedo concebir que la fuerza de esos más de 14 millones de votos se dilapide y que, a punta de intrigas y luchas intestinas, se muestre de nuevo al país como la izquierda, integrada por profesionales de la derrota, es incapaz de unirse, crecer y vencer.

Ufanos y orgullosos, muy seguros de sí mismos, muchos de quienes hoy integran la cúpula de las distintas tribus se dicen, actúan con soberbia, ostentándose como la “segunda fuerza política del país”. No se dan cuenta que la fuerza ni son ellos, ni es de ellos. Que no les pertenece. Ni tampoco por cierto a López Obrador. La fuerza es sólo y nada más de los votantes y ha sido depositada por millones de ciudadanos, de manera temporal y condicionada, en el partido, sus dirigentes, sus candidatos o quienes aspiran a serlo y en aquellos que ocupan un puesto gubernamental. Nadie pues ahí en ese congreso, en ese partido puede darse el lujo de esgrimir –pese a que tenga el mayor prestigio o la clientela más numerosa o las conexiones más eficientes y también más oscuras con el poder- esa fuerza a su favor o de traicionar a aquellos a los que debe sus curul, su posición de influencia o las prerrogativas que, en función del número de votos recibidos, otorga el estado.

Ojalá se den cuenta quienes ahí se reúnen que la cuenta regresiva está corriendo y que, a menos que en un esfuerzo inédito de imaginación, de unidad, de reflexión colectiva inyecten nueva vida al partido éste está destinado a desaparecer y que a estas alturas, en este país, liquidar a la izquierda electoral, ese suicidio, es un crimen de lesa democracia. Ojalá también estén conscientes de que no se trata de sobrevivir a cualquier costo y de que es vital –sobre todo en los tiempos que corren- el apego a los principios. En un país donde la corrupción es la norma o se recupera el impulso moral, el de la búsqueda del bien común, cuando se hace política y más desde la izquierda o se pasa a engrosar las filas de aquellos mercaderes y mafiosos que a punta de fraudes, trampas e hipocresía han conseguido apartar a los ciudadanos de las urnas y en consecuencia poner en riesgo la paz.

Ojalá, por último, que quienes hoy debaten sobre el presente y el futuro del PRD se den cuenta cómo cada día resulta más difícil distinguirlos de los políticos tradicionales y se atrevan a cambiar. Se han asimilado de tal manera en gestos, actitudes, vestiduras, lenguaje, usos y costumbres a los demás que nada parecen decir distinto, nada mejor parecen representar para los ciudadanos. A falta de una alternativa. Ante una izquierda que se mimetiza con la clase política, con lo peor de ella, el abstencionismo crece, la desesperanza cunde. Y no, no se trata sólo de mejorar posiciones en el marcador electoral, se trata de lograr una correlación que permita frenar a la derecha hacer valer los triunfos legalmente obtenidos avanzar en la transformación del país.

2 comentarios:

Roberto dijo...

MAS BIEN LA RE-FUNDICION DEL P.R.D. Y LA IZQUIERDITA MEXICANITA!!

JAJAJAJJJJ

Roberto dijo...

CUAL AUTOCRITICA?
NO PUEDES NEGAR LA CRUZ DE TU PARROQUIA, Y PUES ALGUIEN QUE ALABA A UN PARTIDO Y UNA IDEOLOGIA TERMINAL, NO MERECE TOMAR SUS OPINIONES EN CUENTA, NO ES SERIO!!

YA MEJOR DISFRUTA MAS A TU FAMILIA, TOMA UN DESCANSO SAL DE VIAJE Y CUANDO REGRESES, TE VAS A VENEZUELA A ADORAR A CHAVEZ Y SU IDEOLOGIA DE PACOTILLA!!