Siento no poder compartir la euforia de aquellos que celebran la victoria de las alianzas opositoras en Oaxaca, Puebla y Sinaloa y que convenientemente olvidan la derrota en Zacatecas y el tristísimo papel jugado en otras entidades.
Que los delfines de Ulises Ruiz y Mario Marín, figuras impresentables y sumamente debilitadas del PRI, no se hayan alzado con la victoria es lo único que celebro. Que para que eso pasara terminara un partido de “izquierda” sirviendo como “tonto útil” al PAN me parece trágico para el país.
Se ha consumado, con el concurso de quienes deberían estar al servicio de las mayorías empobrecidas y representar una esperanza real de transformación, una compleja operación de alquimia política que, permite suponer, que la disputa del 2012 –si no se produce una reconstrucción urgente y exitosa del proyecto de la izquierda electoral- habrá de librarse entre dos fracciones de una misma corriente política.
De pronto el turbio pasado del PAN y de Felipe Calderón se disuelve al grado que puede apropiarse de las consignas que fueron expresión de ese profundo agravio sufrido en el 2006, el año del “haiga sido como haiga sido”, por la incipiente y desde entonces malherida democracia mexicana.
De pronto también se olvida que Calderón ha gobernado y gobierna de la mano del PRI y de la maestra Elba Esther Gordillo; que son los suyos los mismos usos y costumbres del viejo régimen.
Dan la alianza y sus victorias electorales aire a un hombre y a un proyecto de vocación autoritaria y le permiten trabajar para mantenerse en el poder a pesar de los desastrosos y terribles resultados de su gestión.
El argumento de que lo importante es sacar al PRI de los palacios de gobierno para acabar con el cacicazgo en esos estados me parece francamente insuficiente y me remite al discurso de Muñóz Ledo, Jorge Castañeda y otros apóstoles del voto útil en el 2000.
Si entonces, a partir del supuesto de que Cuauhtémoc Cárdenas no tenía posibilidad alguna de ganar, la promoción del “voto útil” representó un duro golpe para el PRD hoy, al aliarse con el PAN, terminan sus dirigentes de cavar la sepultura de un partido que, alguna vez, tuvo posibilidades reales de alcanzar la presidencia de la república y que tendría que trabajar, para no dar la espalda a sus principios, para no traicionar su historia de lucha, en encontrar la forma de acercarse de nuevo a la gente.
Por un puñado de votos y por el puñado de pesos de las prerrogativas, con una muy improbable participación en el gobierno de las entidades conquistadas y una muy desfavorable correlación de fuerzas, la dirigencia del PRD ha pensado, otra vez, más en la sobrevivencia del aparato partidario que en el bienestar de los ciudadanos.
¿De qué sirvió sacar al PRI de Los Pinos si Vicente Fox y el PAN le abrieron de inmediato, aprovechando la credulidad y buena voluntad de los votantes, la puerta trasera de la casa presidencial?
¿De qué sirvieron esos votos si el hombre que los recibió traicionó el mandato democrático y entregó al PRI la hacienda pública, la seguridad del estado y otras instituciones estratégicas estableciendo, de hecho, el cogobierno PRI-PAN que aun sufrimos con Felipe Calderón Hinojosa?
Se ha metido, la dirigencia del PRD, en los pleitos internos de quienes comparten el poder pensando quizás sacar raja de los mismos y con la coartada de que harán valer su proyecto e inclinaran la balanza a favor de la democracia.
En el 2000 –y con casi las mismas palabras con que se expresan ahora los defensores de la política de alianzas- los promotores del voto útil hablaban de la necesidad de conceder a Fox el beneficio de la duda.
Confiaban en su capacidad de redirigir el proyecto político del de Guanajuato y, ya en corto, hablan de sus evidentes limitaciones y de la posibilidad de “manipularlo” y ponerlo al servicio de los intereses populares.
Lo importante, insistían, igual que ahora, era sacar al PRI de Los Pinos. Después, también ahora lo dicen, ya se vería qué hacer. Lo cierto es que muy pronto Vicente Fox mostró el cobre y también por cierto aquellos que desde la izquierda lo apoyaron.
Ni pudieron redirigir el proyecto político, ni ejercieron influencia alguna sobre Fox. Terminaron todos o marginados por Fox como Munóz Ledo o Rincón Gallardo o bien cooptados por el aparato al que terminaron sirviendo hasta la ignominia.
Pudo más Vicente Fox, el de las tepocatas y víboras prietas, el hombre que se presentaba y presenta aun como un juglar de poca monta que los connotados intelectuales y avezados políticos que se sentían capaces de, para usar el argot político, tripularlo y utilizarlo como su “tonto útil”.
Si no fue fácil ni posible manejar al PAN que competía por la presidencia; menos lo será ahora que gobierna y tiene en sus manos –y ha demostrado su falta total de escrúpulos para usarlos a su antojo- los hilos del control de las arcas y los recursos del estado.
Triste resultará que los promotores de las alianzas cierren el paso a Peña Nieto –haciéndole el trabajo sucio al PAN- sólo para instalar en Los Pinos, con el apoyo de los nuevos alfiles estatales, al delfín de Felipe Calderón.
www.twitter.com/epigmenioibarra
jueves, 8 de julio de 2010
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