jueves, 7 de abril de 2011

NO ESTAMOS FRUSTRADOS; ESTAMOS HASTA LA MADRE

Habida cuenta de interpretaciones que, en la TV y en la prensa, se han producido en torno a la marcha de este miércoles pasado. Habida cuenta también de la virulenta reacción que se ha dejado sentir en las redes sociales contra aquellos que decimos: “No estamos frustrados Felipe Calderón; estamos hasta la madre” creo necesarias algunas precisiones.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” no nos pronunciamos por una rendición ante el crimen organizado y menos todavía por una negociación con los capos. Quien con criminales se sienta a pactar –ya lo hemos visto en el pasado- en criminal se convierte.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” de ninguna manera exculpamos a sicarios y asesinos a sueldo del crimen organizado de los miles de levantones, homicidios y masacres que se han producido en los últimos años en el país.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” nos horrorizamos por la barbarie y la crueldad inaudita con que estos asesinos proceden pero no queremos, sin embargo, que el estado, olvidando su misión primordial de proteger la vida, las leyes, la sobrevivencia pacífica de la nación emule sus métodos y convierta la justicia en venganza.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” no promovemos una renuncia, por parte del estado, del uso legítimo y necesario de la fuerza y menos todavía el abandono a su suerte, por parte de los distintos órdenes de gobierno, de pueblos, ciudades, municipios y estados asolados por el crimen organizado.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” no queremos que nuestro país caiga en poder de los capos de la mafia; no pretendemos que las fuerzas del orden renuncien a su obligación de prestar seguridad a la población pero queremos que lo hagan con inteligencia, integridad y respeto por los derechos humanos.

Quienes decimos “estamos hasta la madre” no queremos someternos a los designios de un “aliado” que tolera el consumo en su territorio, deja intactas las redes de traficantes locales –los verdaderos dueños del negocio- y su enjambre de conexiones con funcionarios, policías, jueces, gobernantes, comerciantes y banqueros corruptos que les permiten operar.

Quienes decimos que “estamos hasta la madre” no toleramos la doble moral de Washington y estamos en contra de comprometer aun más –y sin pasar siquiera por el Senado de la República- nuestra precaria soberanía y seguir poniendo los muertos sólo de este lado mientras ellos ponen, para ambas partes, los dólares y las armas.

“Estamos hasta la madre”, eso sí, de un hombre que, como Felipe Calderón, urgido de legitimidad, sabedor de la eficacia movilizadora de la arenga patriótica en tiempos de guerra y del poder del miedo, se disfrazó de general sin serlo y lanzó, sin antes fortalecer a las instituciones, sin tren logístico judicial alguno, al país a la confrontación.

“Estamos hasta la madre” de la doctrina que inspira su guerra. De la facilidad con la que sin mediar investigación judicial alguna criminaliza a las víctimas y luego, sin el menor respeto por la vida humana dice; “se matan entre ellos” para justificar la muerte de más de 35 mil compatriotas.

“Estamos hasta la madre” de la conversión, por razones estrictamente propagandísticas, de la lucha contra la inseguridad en una guerra y del despliegue masivo de tropas que, además de ineficiente e innecesario, ha producido el escalamiento inmediato del poder de fuego empleado por las partes.

“Estamos hasta la madre” de que las urgencias mediáticas y la presión por la obtención de resultados, pensando siempre en la preservación de los intereses políticos de Felipe Calderón, haga que algunos miembros de las fuerzas armadas operen de hecho como “escuadrones de la muerte” y consideren que es más fácil y expedito matar que capturar criminales.

“Estamos hasta la madre” de ser cifras, estadísticas, averiguaciones judiciales que ni siquiera se abren y como una poetisa decía ayer en el Zócalo: “Cuerpos, cadáveres, decapitados, daños colaterales”.

“Estamos hasta la madre” de la manera en que ejerce el mando un hombre dominado por su proverbial mecha corta y su sed de producir, a punta de golpes de efecto, spots de televisión y por la forma en que desoye las propuestas de ciudadanos, instituciones académicas, organismos internacionales y privilegia, sobre las medidas estructurales de combate al narco, sólo la vía militar.

“Estamos hasta la madre” de las batallas que no libra Felipe Calderón y de sus batallas perdidas y nos preguntamos: ¿Cuántas oportunidades más daremos a un hombre tan notoriamente ineficiente? ¿Hasta cuándo se permite a un general comprometer con sus errores el destino del ejército, de la nación?

Severamente cuestionado, a la mala, llegó Felipe Calderón al poder. El origen de su mandato lo inhabilita, en tanto que no cuenta con el consenso de una gran parte de la población, para conducir lo que se aprecia ya como una confrontación definitiva.

Su estrategia ha fortalecido al enemigo. A causa de sus errores este se ha fortalecido. ¿Cuántos muertos más? ¿Cuántas derrotas habremos de permitirle antes de exigirle y parafraseando lo dicho por Alejandro Marti: Sr. Felipe Calderón ya que no puede: renuncie?

No estamos frustrados, no somos resentidos, estamos hasta la madre y tenemos razones para estarlo.


www.twitter.com/epigmenioibarra

2 comentarios:

Flash Gordon dijo...

Sinceramente, señor Ibarra, ¿no se cansa de ese guión cacofónico y sin sentido, que tan solo disculpa la ineptitud de las autoridades locales, y la apología escondida a los criminales?

¿No le ahoga vivir con tanto odio?

¿No le causa pesar sembrar semejante odio entre los mexicanos?

Lo preocupante es que se cree usted la vacía verborrea que publica no basado en hechos objetivos, sino desde el hígado de haber visto frustrados quién sabe qué intereses.

Flash Gordon dijo...

Añado, los críticos de Calderón han tenido la oportunidad, durante los últimos cuatro años, de dejar en ridículo al titular del ejecutivo implementando aquella estrategia que, según ellos, sí funciona. ¿Dónde está?