Segunda y última parte
En América Latina, territorio antaño dominado por feroces e insaciables dictaduras y criminales oligarquías, botín de quienes preconizaban, emulando y sirviendo a Washington, la doctrina de la seguridad nacional y cortaban la cabeza a quien osaba levantarla, hoy, que la democracia es una moda, comienza a hacerse sentir la presencia de una poderosa corriente de izquierda electoral que se levanta y consolida pese a todo; pese incluso a ella misma. Hay, por esto, barruntos de esperanza, de la esperanza que produce este inédito ascenso de los calabozos a palacio, la llegada al poder de mujeres y hombres que comparten, por llamarlo de alguna manera, más que un herramental ideológico, un instinto primordial de justicia y buscan, ahora en las urnas y con éxito creciente, una alternativa ante el neoliberalismo. Cunde también, a la par de esta esperanza en los segmentos de la población más golpeados por la crisis endémica que padecemos, una profunda desilusión: la llegada de la izquierda al poder no ha significado, a pesar de todo, las profundas transformaciones que se esperaban y que, con más urgencia que nunca, siguen haciendo falta. Pese a que la izquierda gobierna sobre cada vez más amplios sectores de la población no se ha instalado aun, en ningún país de América Latina, la utopía que lanzó a tantos al combate.
¿Claudicaron entonces quienes por las urnas accedieron al poder? ¿Fracasaron? ¿Se equivocaron? ¿Se rindieron? No lo creo. No al menos aquellos guerrilleros que a punta de balazos y muertos, sin eludir jamás combate, enfrentados a fuerzas infinitamente superiores, agotaron la guerra como recurso y reconocieron, sin conceder tregua nunca, que la victoria tenía otro rostro; el rostro de la negociación; que era la paz lo que, de inmediato, deseaba la gente por la que decían pelear. La lucha, entendieron entonces, debía seguir por otros medios y tuvieron la lucidez y la valentía de enfrentar esa tarea. Hablo, entre otros casos, del FMLN salvadoreño por ejemplo y lo hago en contraposición con la guerrilla más antigua y poderosa de América Latina; las FARC de Colombia. Unos, los salvadoreños, aunque pequeños y aparentemente desvalidos; doblegaron al gigante. Otros, los de las FARC, inmensos, intactos (nunca combaten), cargados de plata, se volvieron su contraparte; comparsa sólo, en este juego perverso de Washington, al que conviene mantener instalada la violencia entre nosotros.
El hecho innegable de que la llegada al poder de la izquierda no ha producido los cambios esperados, la erosión acelerada que sufre el sistema democrático debida sobre todo a la influencia de los poderes fácticos (la iglesia, los medios y el dinero) que no se resignan a permitir el desarrollo de elecciones libres, limpias y equitativas, la corrupción de la clase política y la forma en que esta enfermedad se extiende a los usos y costumbres de los partidos que se dicen de izquierda, hace pensar a muchos que las armas siguen siendo el único camino. No puede desconocerse el hecho de que la insurgencia armada, desde la cubana hasta la mexicana, fueron y son en América Latina, uno de los detonantes de la democracia. Tampoco puede desconocerse el hecho de que, hoy por hoy, en muchas circunstancias puede conseguirse más por las urnas que por las armas. A veces bajar de la montaña implica tanto o más valentía que subir a ella. Lo sustantivo, claro, radica en sólo cambiar la forma de combate; no en dejar de combatir.
El paraíso, que con las armas pretendía conquistarse y a través de las urnas se promete tan desenfadadamente, no puede instalarse en la tierra; eso corresponde a una visión religiosa, dogmática, propagandística. Las utopías no se cumplen. Sirven, como dice Eduardo Galeano, para perseguirlas, para luchar por ellas. Bajar de la montaña, sin dejar de luchar. Sentarse en una mesa de negociación, sin claudicar. Participar en unos comicios, sin venderse. Parlamentar sin corromperse. Persistir en la búsqueda de horizontes de equidad y justicia pese a la insuficiencia e imperfección de lo logrado. Aceptar a fin de cuentas que se es uno entre muchos y no el profeta, el portador de la verdad absoluta, es la lección que esta izquierda emergente de América Latina debe dar.
Una lección de vida que debe darse –y que dan muchos- a costa y precisamente de la propia vida. A esos, a los que con integridad han transitado de combatientes a ciudadanos, los mira amenazante la derecha más reaccionaria dispuesta siempre a volver al pasado y a cortar cabezas o en el peor y más frecuente de los casos a comprarlas. Los mira también amenazante una izquierda conservadora y dogmática que pasa pronto de la descalificación al linchamiento y los mira, sobre todo la gente que ha votado por ellos y que tiene una confianza y una paciencia limitadas; sabia esa gente, la más necesitada, no espera la utopía; certera, no perdona a quien deja de perseguirla.
jueves, 13 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Impactante tu lección: testimonio de vida, de lucidez intelectual, de ejercicio moral. Vuelvo a oir a Silvio gritando que la "era está pariendo un corazón/no puede más/ se muere de dolor". Y César Vallejo que dice "Cuídate España de tu propia España".
Del carajo, viejo. Que manera de vivir y pensar y decirpor mucha gente lo que sientes : creo que no tienes otra alternativa que salir al ruedo y con Mirada de Hombre construir de ideas una enorme trinchera "... que valen más que trincheras de piedra", como dijo el poeta.
EPIGMENIO;QUE SERIA CAPAZ DE HACER POR MI PAIS CONTRA LA IZQUIERDA?
PRIMERO:
GENERAR UN GOLPE DE ESTADO CON AYUDA DE LA ULTRADERECHA MUNDIAL; EL EJERCITO MEXICANO Y LOS ESTADOS UNIDOS
SEGUNDO:
ABOLIR LA CAMARA DE DIPUTADOS, LA CAMARA DE SENADORES,
Y LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACION
TERCERO:
ABOLIR LA CONSTITUCION ACTUAL E IMPLANTAR OTRA, BASADO EN UN NUEVO ORDEN DRACONIANO
CUARTO:
A TODO LÍDER SOCIAL QUE INCITE ,PETURBE, O ATENTE LA PAZ PUBLICA, DARLE 48 HORAS DE PLAZO PARA QUE DESALOJE EL TERRITORIO NACIONAL SO PENA DE ATENERSE A LAS CONSECUENCIAS
QUINTO,
DECLARAR PROSCRITO Y FUERA DE LA LEY A TODO PARTIDO DE IZQUIERDA
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