jueves, 10 de junio de 2010

DISFRUTE EL PARTIDO SEÑOR CALDERÓN

“Total no pasa nada, me desangro
Total sí pasa y me desangro igual”

Otto René Castillo


Hay quien, como Ciro Gómez Leyva, piensa que la presencia de Felipe Calderón en el partido inaugural del campeonato mundial de fútbol, puede servir para “dar realce a la institución presidencial” y que, el ver a Calderón relajado en su palco y disfrutando el juego, es también una manera de enviar al mundo el mensaje de que el nuestro no es un “estado fallido”.

Hay otros que consideran de “utilidad diplomática” e incluso comercial el viaje y piensan que es conveniente para los intereses de México. Muchos otros creen que este debate, viajar o no viajar, es irrelevante y que lo que hay que hacer es discutir sobre los problemas reales de México.

No coincido con ninguna de estas apreciaciones y me parece, este viaje, profundamente sintomático y tanto que merece la pena, si queremos descubrir la gravedad de los males que como nación nos aquejan, someterlo al escrutinio público.

No es Felipe Calderón un ciudadano cualquiera dueño de hacer de su tiempo libre y su dinero lo que quiera. “Haiga sido como haiga sido” está sentado en la silla presidencial y ostenta además el cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

Ha de rendir Calderón, sin excepción alguna, cuenta detallada de sus actos y de las implicaciones de los mismos. Exigir que lo haga no es asunto trivial sino derecho y deber ciudadanos.

No se mueve Felipe Calderón con sus propios medios y pagando con su propio dinero. Ha viajado en el TP01, un avión propiedad de la nación, y la turbosina y sus gastos los pagamos todos con nuestros impuestos.

Pero, más allá de las maniobras, tan elementales como tramposas, para intentar disfrazar de gira oficial el viaje, aduciendo razones de estado para justificarlo, está el hecho de que esa decisión pinta de cuerpo entero, insensible y frívolo, a Felipe Calderón Hinojosa y a su gobierno.

Nuestro país está herido y en guerra. Calderón, a quien encanta vestir de verde olivo y lanzar encendidas arengas patrióticas diciéndonos que es ésta, no su guerra sino la guerra de todos, tendría que estar claro de las responsabilidades y deberes de quien convoca a una nación desarmada a enfrentar al crimen organizado.

No es de estadistas, ni de líderes dignos y respetables lanzar a otros al combate y colocarse cómodamente en la retaguardia, así sea sólo por unas horas, a miles de kilómetros del frente de guerra.

Tendría, por otro lado, que estar conciente Calderón que un Comandante no abandona a sus tropas a su suerte y menos todavía cuando la guerra, que sin declarar libra en casi todo el territorio nacional y con casi la totalidad de los efectivos de las fuerzas armadas empeñadas en la misma, atraviesa por una situación tan crítica.

Qué pueden pensar jefes, oficiales y tropa del ejército y la armada y qué los integrantes de los cuerpos policíacos, esos sometidos a la ley de plata o plomo y que tienen por destino el desprestigio público, la cárcel o la tumba, al ver a su jefe sentado en su palco.

Y qué los padres de tantas víctimas inocentes de esta guerra y de otras tragedias como la Guardería ABC –daños colaterales las llaman él y los suyos- ante quienes Calderón ha sido omiso e indiferente al verlo sentado en su platea.

Poco o ningún respeto ha demostrado Calderón por la pérdida de vidas inocentes; ligero y pronto ha criminalizado a las víctimas. Poco o ningún respeto demuestra al irse con su séquito a divertirse.

Porque a eso -y a tratar de sacar raja propagandística de una eventual victoria de la selección mexicana- es que fue Felipe Calderón a Sudáfrica. Ninguna utilidad diplomática o comercial puede tener un viaje en medio de un acontecimiento de esta magnitud y con tal cantidad de mandatarios visitantes.

Nada han de significar para los intereses de México reuniones protocolarias y entrevistas de pasillo en donde el tema serán los goles y las expectativas de victoria de los distintos países.

Para nada “da realce”, ni hacia adentro ni hacia fuera, a la ya de por sí deslegitimada y maltrecha institución presidencial que Calderón se “ponga la verde” y grite gol o salga cariacontecido del estadio. Al contrario, se exhibe y nos exhibe ante el mundo que sabe la situación por la que atraviesa México y habrá de ser severo con sus juicios con el jefe de estado que, en estas condiciones, se atreve a divertirse en el estadio.

www.twitter.com/epigmenioibarra

2 comentarios:

Unknown dijo...

Ibarra:

Deja de lastimar tu higado, diciendo que el gobierno de Félipe Calderón es "ilegitimo", ya que en las urnas ganó y tu partido perdio por la instrasigencia de un señor llamado manuel andres lopez obrador

M
A
L
O
...

eso es lo que son los del PRD.
Tampoco da realse ni hacia adentro ni hacia afuera, la cacaraqueada deslegitimada Victoria de Calderón.

Atte:
Sr. Román

Si desea contestar este es mi correo: roman_saavedra52@yahoo.com.mx

Sotrois dijo...

Yo pienso lo mismo que Ibarra, de hecho considero que su presencia en Sudáfrica no era necesaria y sí lo era más aquí, en su país, donde tiene que estar al tanto de todas las cosas que ha dejado a un lado, es decir, la sociedad.

Señor Román, sinceramente no es cuestión de partidos porque todos una porquería, sino cuestión de detentar la investidura que se tiene y de hacer su trabajo y no estra gastando el dinero del erario como si este país tuviera flujos extras para derrochar.

Oficialmente hay 26 millones de pobres, pero y los que no están contados? casi son 40 millones de personas que viven en pobreza extrema en este país que no puede darles un empleo porque sólo genera de 40 mil a 90 mil trabajos al mes y eso si eres el recomendado de alguien sino ya te jodiste.

Nos urge una verdadera democracia, no haber sido elegido por sólo 14 y medio millones de mexicanos, somos 106 millones, eso no es mayoría, lo es sólo para el IFE y los demás qué?

Que se divierta Calderón mientras ejecutan a 19 en un centro de rehabilitación, mientras fue el día más violento en la historia del país (85 muertos), mientras todos los demás nos partimos el lomo para ganar el mínimo.