jueves, 21 de febrero de 2008

Y EN ESO LLEGÓ FIDEL

Y América Latina, en asuntos democráticos, de soberanía, de derechos humanos, era un páramo inhóspito donde al que levantaba la cabeza reclamando derechos y libertades simplemente se la volaban. Washington, predicando la democracia con el garrote en la mano, cuidaba con celo y ferocidad su patio trasero y tenía, como decía Teddy Roossevelt del viejo Anastasio Somoza, “hijos de puta –como él- pero sus hijos de puta” por todos lados. Stroessner, Batista, Getulio Vargas o los militares salvadoreños, guatemaltecos, venezolanos, colombianos –tiranuelos impresentables asociados a oligarquías aun más impresentables- preservaban a sangre y fuego los intereses norteamericanos y se repartían impunemente lo que quedaba del botín. Y en eso llegó Fidel.

“Bienvenida sea la revolución –decía Ricardo Flores Magón- esa señal de vida de vigor de un pueblo que está al borde del sepulcro”. Y esa señal llegó a Cuba, la hasta ese momento; “isla casino”, “isla burdel”, paraíso de la mafia estadounidense, con la irrupción de los barbudos. Un pueblo entero se sacudió, con una energía hasta entonces desconocida, de un letargo que duraba décadas y recuperó la vitalidad.

Finalmente un movimiento armado libertario, el 26 de Julio, lograba romper el ciclo perverso de dictaduras, gobiernos corruptos, farsas electorales, intentonas democráticas y golpes de estado. Imprimía así con su victoria, con sus sueños, una fuerza ascendente y vertiginosa al movimiento social, a la reivindicación de la identidad y la soberanía de la América Latina, de esa “América Nuestra” de José Martí.

Los norteamericanos, se lo dijo Fidel a Jean Paul Sartre quien con Simone de Bouvoir lo consiga en “Huracán sobre el azúcar”, erraron el cálculo, se equivocaron una y otra vez e hicieron posible una revolución de contragolpe. Hasta entonces, como en la Guatemala de Arbenz, su estrategia les había funcionado, de un manotazo, con el apoyo de sus sicarios locales, aniquilaban cualquier esfuerzo democratizador . En la Cuba revolucionaria, sus intentos no hicieron sino avivar el fuego.

El aliento de esa revolución, con un marcado tinte antimperilsta, que se ganaron y acrecentaron a pulso los sucesivos gobiernos de los EU, no quedó ahí. “Lo que importa no es el tamaño del país –me dijo una vez Fidel Castro- es el tamaño de la idea” y es que la victoria en Cuba dio aliento a los movimientos revolucionarios, sociales y democráticos en toda América Latina. Los luchadores sociales, los sindicalistas, supieron no sólo que, a pesar del tamaño del enemigo, la victoria era posible sino que no estaban solos y esa certeza pesa en el ánimo.

Cuba se volvió contrapeso fundamental al poder omnímodo de los norteamericanos en la región. En todos los foros tronaba su voz. “Un pueblo que está dispuesto a luchar hasta la muerte –dijo el Ché en la sesión de la OEA en Punta del Este donde Cuba fue expulsada de la organización- no echa bravatas”. La dignidad del discurso revolucionario, su valiente denuncia de las atrocidades cometidas al amparo de la doctrina de la seguridad nacional, su sola existencia como retaguardia moral, como retaguardia física de quienes luchaban por un futuro de libertad, democracia y soberanía permitió, a la postre, otras victorias.

Hoy que la moda es linchar a Fidel. A Castro le dicen. Nadie recuerda esta contribución esencial de la revolución cubana a la democracia que hoy vivimos, más mal que bien, en muchos de nuestros países. ¿Dónde estaría Lula sin Cuba? ¿Y el FMLN salvadoreño? ¿Y el frente amplio uruguayo? ¿Y la Bachelet? ¿Y Néstor Kirchner? ¿Qué sería de los que se alzaron contra las dictaduras militares y el servilismo de las oligarquías criollas?

No ignoro ni soslayo los pecados de la revolución cubana. Sobre todo su limitación obsesiva de la iniciativa individual y más que eso la obsesión por el dogma, el panegírico y la excomunión. La revolución, como la razón y por supuesto la democracia, engendra monstruos y más cuando todo en el mundo a su alrededor se transforma. Todo menos el enemigo principal, que mantiene invariable, a pesar de las enseñanzas de la historia, la enorme y criminal presión sobre la isla.

Dije una vez que los zapatistas habían cambiado al país quedándose paradójicamente sin un lugar para ellos en el nuevo horizonte nacional.

Tal parece que Fidel Castro comparte con ellos y con muchos otros revolucionarios que no murieron en el intento, ese destino trágico. Así que hoy, aquí, a contracorriente, quise hacer un reconocimiento, un homenaje a un hombre que ha hecho historia, a un hombre que con Manuel Piñeiro, el legendario “Barbarroja” al lado, una madrugada en el Palacio de la Revolución, allá en La Habana y en los tiempos más duros de la guerra en El Salvador, tomándome de los hombres me dijo: “Te voy a dar una orden: sobrevive”. Fidel y Cuba fueron entonces y me rehúso a olvidar eso, para mí, para centenares de miles de hombres como yo en América Latina, un aliento de vida.

6 comentarios:

sonorama dijo...

Bravo!!, Excelente Articulo

ZonaCerveza.com dijo...

Si usted viviera en Cuba y escribiera contra el régimen de dicha isla, como lo hace aquí en México en contra de "la derecha", usted estaría en la cárcel o muerto... Ese es su querido Fidel, un tirano Franquista (pero bueno para ustedes porque es "de izquierda"), mercenario y asesino. Como me gustaría ver que Calderón lo tratara a usted de la misma manera que Fidel trata a sus disidentes.

Anónimo dijo...

Hermoso elogio al tirano.
¿contribuciones de Castro a la democracia? ¿A cuál democracia se refiere usted, señor cancerbero?
- Partido único
- Prohibición de la libertad sindical
- Proscripción de la prensa libre
- Un solo partido, un solo periodico.
Un dictador que gobierna sin contrapesos, sin límites, sin cuestionadores es puesto por usted como heróico ejemplo de democracia.
¡Jodida izquierda cavernícola! El siglo XX se les fue de largo

Luis Frost dijo...

felicidades por su artículo

me sorprende que solo te dejen insultos, así que equilibro el marcador.

Ancestro dijo...

¿Datos duros que todo mundo conoce son insultos para usted, Luis Frost??????????
¿Marcador?????

CANTACLARO dijo...

MERCENARIO?, DE QUIÉN?, POR CIERTO, OTROS SON LOS QUE LABORAN POR ENCARGO Y PAGA