jueves, 26 de noviembre de 2009

LA POBREZA COMO ESPECTÁCULO

Ofrezco a los lectores una disculpa. No puedo, en las actuales circunstancias, la rabia me lo impide, seguir con la segunda entrega sobre el asesinato de Ignacio Ellacuria y los otros 5 sacerdotes jesuitas en El Salvador en 1989; debo posponer por una semana más la crónica de un crimen que, más que de odio y fanatismo como se le ha querido enmascarar, fue un crimen de estado. Un crimen además conocido, consentido, encubierto por Washington.

Lo sucedido el día de ayer en un centro de convenciones de la ciudad de México; el impúdico e indignante manejo de la miseria como espectáculo, la conversión del sufrimiento de millones de mexicanos en instrumento de destape, en pasarela política multimedia de Ernesto Cordero, flamante delfín del PAN y de Felipe Calderón, me obligan a mirar de nuevo hacia lo que sucede en nuestro país.

Escribo teniendo frente a mí la fotografía del titular de SEDESOL, del nuevo “showman”, del nuevo “rock Star” del calderonismo, caminando, del “tamaño de una tortilla” dice la misma nota del diario Reforma, ante una enorme pantalla donde se proyectan imágenes, también gigantescas y de ahí la comparación con la tortilla, de mexicanos en situación de pobreza alimentaria.

Lo hago después de leer, además, cómo el cronista describe la manera en que, frente a los ricos, los poderosos, los influyentes del país Ernesto Cordero fue adquiriendo paulatinamente, consciente de su propia importancia, mayor seguridad, mayor control del escenario.

Escribo imaginando cómo fue que su desempeño actoral puso tan de buen humor a su jefe, a su padrino, que este, pese a lo que le aconsejan sus asesores, se decidió a utilizar los mismos recursos técnicos para su discurso.

Escribo con indignación y rabia. Nadie debería tener derecho a exhibir así impunemente la pobreza; a lucirla para su propio beneficio político de esa manera; a producir ese lamentable aséptico y monumental tour tecnológico-cinematográfico por la tragedia ajena.

Esas familias, esos niños, esas mujeres que fueron exhibidos, que fueron utilizados por Cordero como telón de fondo, como recurso melodramático, como apoyo para sus gráficas y sus paseos, tendrían que poder defenderse ante tan cínica y terrible explotación de su imagen.

¿Con qué cara nos viene este señor a hablar del incremento alarmante de las cifras de miseria extrema en este país pavoneándose (con Steve Jobs presentando una nueva computadora lo compara el cronista de Reforma) en un escenario en el que, para su lucimiento, se han gastado millones de pesos del erario público?

¿Cuántas familias, de esas que en este sexenio ingresaron a la miseria y durante cuánto tiempo se alimentarían con lo gastado en ese espectáculo?

¿Cómo se atreven Cordero y Calderón a convocar de esta manera una cruzada contra la pobreza?

¿Cómo pueden ser capaces de hacer de esta tragedia nacional un show?

¿Es que no tienen recato alguno?

¿Es que son a tal grado rehenes de su hacedores de imagen; de esos charlatanes de tiempo completo que medran impunemente con la hacienda pública?

¿Es que acaso no se dan cuenta que de asuntos tan graves y tan delicados debe hablarse con enorme seriedad y que la pobreza extrema no necesita, para ser presentada correctamente, de recursos escénicos y propagandísticos sino de austeridad republicana, de compromisos reales y eficientes con aquellos que sufren ese terrible flagelo?

La miseria de millones de mexicanos es una atentado contra su dignidad, contra su propia naturaleza humana. Con eso no se juega, con eso no se lucra políticamente y menos cuando se es corresponsable de esa tragedia.

Porque por más que Felipe Calderón y Ernesto Cordero quieran escurrir el bulto. Por más que quieran hoy culpar de sus desaciertos en la conducción económica del país a factores externos, a la tan llevada y traída crisis mundial ante la cual no han sabido siquiera reaccionar, el hecho es que son ellos, junto con los prisitas, ante los cuales hoy doblan la cerviz y a los cuales, en el marco de su estrategia de precomposición electoral, culpan de todo, quienes han provocado esta debacle.

“Tres largos años” faltan para que termine, “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón su sexenio. Sólo ahora voltea a ver a los pobres. Apenas hace unas semanas los utilizó, presentando las nuevas estadísticas de la miseria, para promover la aprobación de su paquete económico.

Vuelve hoy, de nuevo, a la carga, explotando sus imágenes, exhibiendo la tragedia, sólo para enmarcar la presentación en sociedad de su candidato presidencial. De un hombre: Ernesto Cordero, que a juzgar por el espectáculo de este miércoles pasado, ha demostrado tener más ambición que sensibilidad, más tablas que prudencia, más hambre de poder que respeto a quienes tienen hambre de verdad.


www.twitter.com/epigmenioibarra

2 comentarios:

Unknown dijo...

totalmente de acuerdo...
pero no solo el PAN y el PRI,
también el PRD, por algo se fue de ahí ruth zavaleta...

los louis vuitton de el hijo de AMLO así como los trajes HUGO BOSS o el reloj TIFFANY que usa AMLO no demuestran austeridad...

la foto del peje con una viejita pobre llorando en su hombro no usa la miseria como espectáculo???

Unknown dijo...

Estoy totalmente deacuerdo con mario morales.... el articulo me parece un poco tendencioso...deberias hacer una critica mas periferica, por otro lado por supuesto que ya es hora de dejar de utilizar las necesidades de la gente como bandera, dejar de convertir la pobresa , la miseria y el hambre en espectaculo politico es indignante, venga de quien venga una situacion asi, ya basta!!
pd: seria interesante que escribieras sobre quienes utilizan esta bajesa de estrategia politico mediatica en el pais.